En cada flor que se abre en primavera,
ahí estás tú, señor santo y clemente,
en las aguas tranquilas de la fuente
y en el son de la brisa mañanera.
Puedo verte, señor en llanura,
allá encima del lejano monte;
en las nubes que cubre el horizonte
y en el silencio de la noche oscura.
Yo te escucho, señor en cada trino
que enlonan las aves de mañana;
en la dulce plegaria de la anciana
y el triste clamar del peregrino.
me habla tu voz señor en la corriente
del arroyuelo que entre peñas rueda,
y en esa roca que callada queda,
ahí estás tú, señor omnipresencia.
EL AMOR
SIN FE ES UNA ILUSIÓN
Autor: Oscar Augusto Rincón